
¿SE APRENDE A ESCRIBIR EN LA ESCUELA?

“The mother’s fears of child loss and the derivative fears of harming children or caring for them inadequately have been continually manipulated, overtly and subtly, even aroused gratuitously, to pressure, control and subdue women for a very long time — possibly millennia.” (Janna Malamud Smith, 2004)
Paseando por internet, he dado con dos libros de lo más interesante. El primero es el libro de Frank Furedi “Paranoid Parenting”. Aquí podéis encontrar una extensa reseña sobre la segunda edición. Según Furedi, vivimos en una época de extrema paranoia en el cuidado infantil. Las madres y los padres viven angustiados por extremar las precauciones en la crianza y cuidado de sus pequeños. En Gran Bretaña, que es donde hay que contextualizar el libro, los organismos políticos están cada vez más atentos a las faltas que cometen las familias en la educación de sus hijos y se han erigido en responsables de poner orden en las malas prácticas que dominan, según ellos, la labor de crianza y cuidado de madres y padres. Esto ha conducido a lo que Furedi denomina una “politización de las prácticas de cuidado y crianza” que genera una espiral paranoide sin fin en nuestra sociedad.
La proliferación de expertos en crianza y de programas televisivos tipo Super Nanny, que exponen públicamente el fallo paterno y la necesidad del consejo externo para encauzar a pequeños tiranos contribuyen a esta falta de confianza en nuestros propios recursos, basados en el sentido común y en el aprendizaje intergeneracional. Todos los procesos de enseñanza tácitos, que siempre se han realizado en familia sobre actos tan cotidianos como dormir, comer, controlar esfínteres, enseñar a hablar o alfabetizar, ahora son pautados por entes externos a la familia.
Un ejemplo claro sobre esta fiscalización son los casos de retirada de la custodia a las familias de niños obesos. Y esto no ha pasado solo en el extranjero: en 2009, la Xunta inicia uno de estos procedimientos. Si bien la obesidad infantil es un problema que debe ser atajado, me parece excesivo recluir a un niño en un centro de menores y separarle de su familia, con todo el sufrimiento que eso conlleva. Desde el punto de vista histórico, es algo novedoso y que nos debe llevar a la reflexión. No he encontrado información sobre la historia posterior de este niño gallego, pero durante este mes de septiembre, la Xunta se ha gastado nada menos que 32.000 euros en estudiar los índices de obesidad infantil en esta comunidad (ver noticia aquí). Ya podían gastarse ese dinero en promover la alimentación sana con campañas bien diseñadas en vez de meter miedo a los padres. Ya veo a los gallegos haciendo sesiones de spinning con sus hijos por las tardes, pobres criaturas.
EL otro libro es “A Potent Spell: Mother love and de Power of Fear”, de Janna Malaud Smith (Houghton Mifflin, 2004), del que he puesto una cita al inicio. En este trabajo, la autora plantea que la sociedad usa la ansiedad materna para atar con fuerza a las mujeres al ámbito privado del hogar y así eludir la responsabilidad gubernamental sobre el bienestar de los niños. Aquí podéis encontrar una interesante reseña del libro, y aquí una entrevista a su autora. El planteamiento de esta autora me ha parecido muy interesante. Desde su posición de terapeuta profesional y de madre, reflexiona sobre la imagen de las madres que se impone en el imaginario social: éstas pueden dañar profundamente a sus hijos, pueden causarles profundas heridas emocionales e incluso matarles. Este imaginario produce una gran ansiedad en las madres y da lugar a un generoso vivero para los expertos, siempre dispuestos a apoyar con sus consejos a estos vulnerables e inexpertos seres. Janna Malaud aboga por la “madre libre”, capaz de tomar sus propias decisiones sin dejarse llevar por los amenazantes augurios de agentes externos que no confían en su capacidad de maternaje.
Las deficitarias políticas de conciliación y la vuelta a la imagen de madre imprescindible en el ámbito de lo privado e innecesaria en lo público son una muestra de lo útil que resulta tener a las madres atadas a las modas de crianza promovidas por los expertos de uno y otro signo. Cada familia es un mundo, y las decisiones que tomamos sobre nuestras vidas (quedarnos en casa cuidando de nuestros hijos, trabajar fuera o continuar con nuestra carrera profesional) deben ser fruto más de nuestros deseos y reflexiones que de la imposición de ideas promovidas desde entornos expertos que poco saben de nuestras circunstancias vitales.
Hay mujeres…
En esta entrada me gustaría dar algunos consejos sobre cómo educar a los niños y niñas con talento. Todos los niños tienen talento, pero aquí me estoy refiriendo a aquellos que sobresalen entre sus compañeros y compañeras por hacer algo especialmente bien, ser especialmente creativos o razonar a niveles mucho más complejos que sus iguales. Estos consejos no van dirigidos a que estos niños se conviertan en físicos, escritoras, músicos o atletas famosos el día de mañana. Ellos y ellas deben ser lo que quieran, y nada más que eso. Van dirigidos a apoyar a estos niños en la difícil misión de vivir y ser felices en un mundo que desprecia y envidia el talento.
En los últimos años, el término “superdotación” ha caído en desuso y ha sido sustituído por el de “altas capacidades”. En esta etiqueta caben no sólo las personas que tienen un alto rendimiento en todas las áreas académicas, sino además las personas que son talentosas sólo en algún área (lingüística, musical, deportiva, matemática, etc.) o aquellos niños que son precoces en su desarrollo. La atención a niños y niñas con altas capacidades deja, desde mi punto de vista, mucho que desear en nuestro país. Excepto en determinadas comunidades, en las que grupos de expertos se han hecho con el diseño de las regulaciones autonómicas sobre el tema, como en el caso de Murcia, se sigue manteniendo el concepto antigüo de superdotación y considerando que los niños que necesitan apoyo educativo especial son sólo aquellos que muestran un alto rendimiento en todas las áreas escolares. Además, en comunidades como Castilla-La Mancha, la única solución que se propone es que estos niños avancen de curso, sin tener en cuenta que, a pesar de ser muy listos, su desarrollo emocional sigue un ritmo adecuado a su edad y necesitan de sus iguales. Imaginaos cómo se puede sentir una niña de 14 años con chavales y chavalas de 16 en la misma clase. La rarita listilla con los mayores: tendríamos el acoso asegurado.
Por tanto, muchas veces es inútil pedir el apoyo del colegio o del instituto para resolver una situación con tu niño o tu adolescente listillo y sobredotado. Su concepto de niño con altas capacidades proviene más de las películas de Hollywood que de la realidad del día a día: esos niños que resuelven integrales imposibles en dos minutos mientras dejan al profesor boquiabierto, o la niña que penetra en los sistemas informáticos del gobierno con un algoritmo solo reservado a los magos de las telecomunicaciones. Pero no consideran un problema que tu hijo diga que disimula en el colegio para que los demás no se den cuenta de que es tan “culto” ni que proponga dejar de ir al instituto para dejar de perder el tiempo y aprender de verdad: si no rinden al límite de la excelencia es que sus divagaciones provienen de dificultades emocionales que se han de resolver en familia.
Pues nada, resolvamos los asuntos en familia. ¿Qué podemos hacer ante un caso de niño, niña o adolescente que aborrece el colegio porque se aburre y no encuentra iguales con sus gustos e intereses?:
1) Ofrecele todos los recursos posibles para que desarrolle sus inquietudes en la medida de tus posibilidades. Libros, internet, visitas culturales… Si es un lector o una lectora empedernida, en la red encontrarás recursos múltiples para no gastar una pasta en libros: un lector digital o una tablet es una buena inversión. Por otra parte, no le pongas muchas restricciones para usar la red: es un mundo de posibilidades, en el que puede entrar con gente que comparta sus gustos e intereses cuando los compañeros de clase se le quedan cortos. Aquí hablo del peligro de las redes sociales.
2) Acepta sus rarezas por muy raras que te parezcan. La aceptación es crucial para un niño que es proclive, aunque parezca mentira, a la baja autoestima. Sobre todo en la adolescencia puede ser que den un vuelco a su imagen y a sus hábitos, basándose en extrañas teorías que han leído en algún sitio. Interésate por el origen de sus ideas sin criticarlas…. porque en ese caso, estás muerto.
3) Confía en sus habilidades para sobrevivir. Por muy desvalidos que parezcan, tienen recursos para salir adelante. La sobreprotección les hace huir y puede que dejen de contarte cosas que pueden ser importantes para ofrecerles tu apoyo. Sobre todo en los conflictos con los iguales, da un margen para que ellas y ellos mismos lo resuelvan.
4) Sitúa sus sueños en la realidad, pero no los elimines. Los adolescentes talentosos suelen hacer castillos en el aire sobre un futuro idílico estudiando en una universidad extranjera, convirtiendose en noctámbulos viviendo en una casa en el bosque o en inventores famosos. No te rías de sus sueños, aunque les hables de la dificultad que supone conseguirlos. Ofréceles pequeñas metas que pueden ir alcanzando para hacer que sus sueños se hagan realidad el día de mañana.
5) Recuerda que es un niño o un adolescente. A pesar de sus elevadas dotes de razonamiento, no posee la seguridad de un adulto y tienes mucho poder sobre él. Hay veces que puedes perder la paciencia ante una discusión interminable en la que tu hija o tu hijo usa una argumentación envolvente para llevarte al huerto. Lo importante es que tengas las ideas claras y la suficiente flexibilidad para darte cuenta cuándo tiene razón o cuándo, simplemente, está tocando todos los botones para convencerte de algo que no te convence, por ejemplo de las ventajas de irse sola a la gran ciudad en autobús para encontrarse con su comunidad twittera.
6) Déjale claro que es mejor saber y ser culto que no saber y ser inculto. En la sociedad actual parece que cuando sabes algo es mejor callar. A la gente le molesta las personas que lo “saben todo”. Sabiondos, empollones, gafapasta… parece que ser culto y saber es un problema más que una ventaja. En esta sociedad que rechaza el talento y la sabiduría y se jazta en muchas ocasiones de la ignorancia, hay que tener criterio propio y no caer en el error de ocultar lo que sabes. Educa a tu hija y a tu hijo en el respeto a la diferencia, en la aceptación del otro, pero también en la aceptación de sí mismo: si sabes, sabes, y no lo tienes por qué ocultar.
Mi querida mamá cumplió un chorro de años el pasado agosto. Como todo el que bien me conoce sabe, el teléfono para mí es un invento diabólico; los pelos se me erizan cada vez que suena y le paso al aparato al primero que pasa por allí como si me quemase las manos y las orejas. Sin embargo, las redes sociales se me dan bastante bien: donde esté una buena charleta electrónica que se quiten las conversaciones orales a distancia, en las que la opción multitarea queda anulada si no tienes un manos libres.
En fin, que dadas las circunstancias, y que vivimos lejos la una de la otra, decidí regalarle una tablet pequeñita para hablar con ella por el Facebook. En casa me miraban con incredulidad: de todos es sabido el miedo de mi madre a las nuevas tecnologías. Pero yo, muy decidida, le pillé una Samsung Galaxy blanca pequeñita muy cuca con una funda granate monísima, le hice una cuenta de Gmail y otra de Facebook y allí me presenté con el regalo.
Toda la familia feisbukiana estaba avisada: amistad pedida y advertencia de no decir ni mu por teléfono. Era todo un evento. Mi madre sabía de ese extraño invento que hacía que estuviésemos al día de las últimas primicias de la familia sin haber hablado en meses. Ella ya no era la transmisora de las buenas nuevas: ese aparatejo le había quitado un papel importante en la familia, el de conocedora de eventos y novedades en primera instancia. ¡Qué pedazo invento el feis! Cual patio de vecinas, todos ahí revueltos contando chismes.
El primer obstáculo para interactuar con el nuevo juguete fueron las uñas. Siempre me he preguntado cómo mi madre es capaz de tener esas uñas tan largas y pintadas a la perfección. Pero por una vez, mis muñones eran más funcionales y elegantes para interactuar en sociedad cuando de una pantalla táctil se trataba. El segundo fue el tamaño de la letra, pero la opción de accesibilidad de esos cacharros es una maravilla y la agrandamos adaptándola a esos ojillos con vista cansada. Y el tercero… el tercero fue la jerga que usamos ya sin darnos cuenta, pero que para una persona que entra de nuevas en el 2.0 es como aprender una nueva lengua. Maximiza, sal de la aplicación, tienes notificaciones, deja un comentario, pon un emoticono, etiqueta a tu cuñada, escribe en su muro… ¡PERO CÓMO HABÉIS APRENDIDO TODO ESO!
El mejor momento de la tarde fue cuando le enseñamos a usar el Youtube y cantó emocionada esta canción:
Ahora, ya va soltándose con comentarios en nuestras fotos de vez en cuando. Todos los días entra un ratito para echar un vistazo, a ver qué se cuece. Me llama para decirme que el cacharro le ha pedido una contraseña o invita a mi tía a tomar un café para que le de un cursillo avanzado de feis. No quiero ni pensar que en algún momento se haga una cuenta de twitter y un blog: #FF forever.
Estoy cansada de oír que los padres de hoy en día son unos deprivadores. Los padres de hoy en día no son deprivadores, están saturados. Tal vez tengan más cultura y más formación, pero los padres de 30 a 40 años, aunque quieran dar su presencia y cariño durante todo el tiempo, es lo que menos tienen. Decir que esta es la generación con menos tiempo para sus hijos en la historia de la humanidad es faltar a la verdad: los documentos escritos y gráficos nos muestran que hubo tiempos en que los padres se preocupaban mucho menos por sus hijos e hijas que las familias de hoy en día (leer unas cuantas novelas de tiempos anteriores, no hay que rebuscar mucho, nos dará la razón). De hecho, la escuela surgió durante la revolución industrial para atajar la delincuencia derivada de la soledad de niñas y niños callejeros mientras sus madres y sus padres eran explotados en las fábricas. Por eso, culpabilizar a las madres y a los padres por llevar a sus hijos e hijas a una guardería unas horas porque tienen que trabajar es un despropósito que solo se le puede ocurrir a un pediatra de clase media. Las madres y los padres no le pedimos que nos comprenda, ni con su reconocimiento y conmiseración nos podría sobornar. Solo le pedimos que nos deje criar en paz y como mejor podemos y sabemos.
Si hay algo que me caracteriza es que soy muy cotilla. Es verdad, lo reconozco. Y como sé que en los EE.UU. siempre van por delante de nosotras, decidí un buen día indagar qué pasa por ahí en el mundo de la blogosfera maternal. ¡Es impresionante! Nosotras preocupadas por si Madresfera vuelve o no vuelve, y en los States tienen cientos de rankings de blogs de madres… y de mamis.
Aquí podéis consultar las impresionantes cifras de los blogs de madres estadounidenses. ¡Más de 39 millones de blogs! Y solo 500 son considerados influyentes. Pero el hecho de que haya un MOM BLOGGING FOR DUMMIES, tesis doctorales y libros publicados sobre este fenómeno dice mucho de la importancia del mismo. Hay blogeras que ganan ¡más de 50.000 $ mensuales con su blog! Las marcas conocen a la perfección este fenómeno. Saben que los blogs de madres tienen más influencia en su población diana que todos los anuncios de la televisión, periódicos y revistas especializadas juntas. Y, por lo que he podido averiguar… ellas también lo saben.
Pero vamos a lo que nos ocupa: los mommy blogs y los mom blogs. En el año 2005, Blogher se constituyó como comunidad y compañía que englobaba a todas las mujeres que escribían en la red. Lo hicieron en una conferencia que se celebró en San José (California) a la que se inscribieron 300 asistentes. En ella, tuvieron su pequeño espacio los mommy blogs como una sección marginal de mujeres que escribían blogs personales sobre sus hijos y su maternidad. El resto de mujeres escribían sobre temas variados, desde tecnología o moda, feminismo, literatura o deportes. Esos eran los blogs considerados serios. Desde entonces se han celebrado conferencias prácticamente todos los años. En la del 2012 se inscribieron 5.000 asistentes. Los mommy blogs se revelaron contra la marginación y el menosprecio inicial de la comunidad de bloggers y han luchado desde entonces por ocupar un lugar relevante en el ciberespacio y por construir una identidad propia.
Es muy interesante conocer la historia de las madres blogeras estadounidentes para predecir qué camino va a tomar la blogosfera maternal en nuestro país. Después de ver lo que se mueve por ahí fuera, creo que nada más está empezando. Pero lo que tengo claro es que las marcas conocen esta historia mucho mejor que nosotras. El poder de la blogosfera materna es evidente: las mujeres confían más en sus iguales que en cualquier otro agente social para guiarse en la crianza de sus hijos. Y la crianza conlleva muchas compras: ropa, juguetes, pañales, alimentos, libros, etcétera. Somos muchas las que decimos que no queremos convertir nuestro blog en un escaparate, pero si lo hacéis, no os dejéis engañar: tenéis el poder en vuestras manos.
Aquí van algunas páginas de rankings estadounidenses por si queréis echarles un vistazo:
¡SEGUIREMOS INDAGANDO!